Ángel, 46 años. Casado y padre de una niña de 11 años. También tengo un problema de salud mental, pero eso no me define como persona.
Recorrer la vida con un problema de salud mental me ha hecho sentir solo e incomprendido en varias ocasiones.
Al pensar en mí, me imaginaba una crisálida frágil encerrada en su pequeño mundo. Pero un día, sin saber por qué, esta crisálida empezó a romper el capullo para descubrir un mundo brillante.
Esta soledad también me ha dado algo fundamental: una fortaleza imparable. Y es que si algo he aprendido durante estos años, es que la vida refleja nuestros propios miedos y cuando los superas, todo se ve con mucha más claridad.
Por eso di el paso de ser activista en la lucha contra la discriminación en salud mental, porque fue la ventana que buscaba para convertirme en la mariposa que una vez soñé ser. Y cada día, cada reto al que me enfrento, estoy un paso más cerca.
Y es que los miedos sólo son eso: miedos que nuestra mente crea para que podamos aprender a vencerlos. De nosotros depende caminar hacia ellos, o rendirnos frente a ellos.
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